El control ginecológico es recomendable a partir de la pubertad y al menos una vez al año durante el período fértil de la mujer. En caso de presentar factores de riesgo tales como antecedentes familiares de cáncer, los controles se harán más periódicos según la indicación del médico.
El control ginecológico básico consiste en una revisión de los genitales, un Papanicolau, y un examen de mamas. En las primeras consultas el médico debe enseñarle a la mujer a realizarse el autoexamen de mamas, para que ella misma sea capaz de detectar cualquier anomalía en el seno. De todas formas, a partir de los 35 años es recomendable que se incorpore una mamografía a la rutina de control.
La detección precoz del cáncer de mama repercute directamente en la calidad de vida de la paciente, en caso de padecerlo. Por lo tanto es importante pesquisar cualquier lesión antes de que ésta mida más de dos centímetros de diámetro.
El Papanicolau o citología del cuello del útero consiste la toma de una muestra de células con la ayuda de un especulo que se coloca en la vagina. Esta muestra se observa en el microscopio para detectar cualquier posible anomalía. No se trata de un análisis concluyente, por lo que deben realizarse estudios complementarios en caso de encontrarse algo fuera de lo usual.
Todas las mujeres mayores de veinte años, o menores que hayan mantenido relaciones sexuales, deben realizarse este control ginecológico. A las mujeres vírgenes el análisis se les realiza con un especulo especial o con una pipeta.
El Papanicolau es capaz de detectar anomalías en células que tardarían hasta diez años en convertirse en un cáncer, de allí la importancia de realizarse este control periódicamente.