Inyección intraamniótica: en qué consiste

Cuando los médicos hablan de la inyección intraamniótica se están refiriendo a inyectar en el líquido amniótico, mediante una punción en el vientre de una mujer embarazada, una solución salina hipertónica al 20% o una solución de suero glucosado al 50%, después de haber extraído por el mismo medio 10 a 300 m de líquido amniótico.

Estas sustancias son utilizadas para provocar contracciones que hacen que el feto y la placenta sean expulsados al exterior. Si la solución administrada contiene prostaglandinas, existe riesgo de que el feto salga vivo, por lo que se suele utilizar una solución cáustica.

Qué sucede

Estas soluciones irritantes del tipo hiperosmóticas provocan contracciones parecidas a las del parto, y con un intervalo que va de uno o dos días tras la inyección, el feto y la placenta suelen ser expulsados al exterior. En un cierto número de casos hay que efectuar después un legrado con el fin de asegurarse de la expulsión de la placenta.

Este método se utiliza en ocasiones para evacuar un feto muerto espontáneamente y retenido en el útero, y sólo puede utilizarse en un embarazo ya avanzado. En caso de que se trate de provocar un aborto, también el embarazo tiene que ser de cierto tiempo, de más de cuatro meses.

Posibles complicaciones

Aunque se acostumbra a inyectar el producto de forma transabdominal, también puede ser colocado transvaginalmente a través del fornix vaginal anterior, por lo que no queda evidencia alguna de la inyección.

Es importante saber que pueden producirse ciertas complicaciones, inclusive cuando las soluciones hipertónicas son empleadas bajo condiciones óptimas, con
fines terapéuticos.

La complicación más temible es la infección por clostridias, que puede surgir cuando se ha empleado glucosa, debido a que esta puede proporcionar un excelente medio de cultivo para los organismos anaerobios.